Microorganismos: un festín silencioso, oculto bajo nuestros pies
Profundizar para conocer a los aliados más pequeños y poderosos de nuestro viñedo.
Profundizar para conocer a los aliados más pequeños y poderosos de nuestro viñedo.
Desde hace varios años, el equipo de Investigación y Desarrollo de los Domaines Barons de Rothschild Lafite viene interesándose por los diminutos seres vivos que alimentan la vid: los microorganismos. Ocultos bajo tierra, invisibles a simple vista, efectúan una completa labor de digestión y fertilización del suelo, que proporciona alimento a las cepas. Un encuentro con el microbioma de nuestras viñas.
Pala en mano y sombrero en la cabeza, a finales de la primavera, cavamos alrededor de las viñas de Aussières para plantar… ropa de interior. Enterramos calzoncillos de algodón orgánico a una profundidad de aproximadamente 30 cm, y ahí permanecerán hasta finales del verano. Cuatro meses después, ninguno de ellos sale intacto. Su estado de degradación varía en función del lugar donde fueron enterrados, y en algunos casos, apenas se pueden distinguir las costuras: todo el algodón ha sido devorado.
Bajo tierra, minúsculos seres vivos se han saciado: los microorganismos. Se trata de animales microscópicos y de microbios que desempeñan un papel fundamental en los procesos de fertilización del suelo. Entre ellos se encuentran bacterias, hongos y también algas… Según la web del Gobierno de Ontario, en Canadá, «existen más organismos en una cucharada de tierra sana que personas en toda la Tierra».
«La vid no se alimenta por sí misma, son principalmente los hongos los que la nutren», explica Manuela Brando, directora de I+D de los Domaines Barons de Rothschild Lafite. Si científicamente sigue siendo difícil demostrar la relación causal entre una vid bien alimentada y una vid productiva, le parece claro que ambas están relacionadas. «Nosotros, por ejemplo. Si estamos sanos, si no estamos cansados, trabajamos mejor. Por lo tanto, parto del principio de que, si una vid está sana, si está bien alimentada, producirá un mejor vino».
Este es el tercer año consecutivo en que se lleva a cabo el ‘test del calzoncillo’ en Francia en Domaine d’Aussières, Château L’Evangile y en Rieussec, pero también en Argentina y Chile, en Bodegas CARO y en Viña Los Vascos. Es económico, respetuoso con la naturaleza y muy instructivo, ya que permite hacerse una buena idea acerca de la actividad microbiológica del suelo. De hecho, el grado de descomposición de los calzoncillos varía según el sitio donde se entierren; una vez desenterrados, se pesan para estimar la pérdida de peso por degradación.
Primera conclusión de nuestros análisis: el agua es el elemento con mayor impacto en los microorganismos. Sin agua, no hay degradación. La presencia de árboles también parece favorecer su desarrollo. Otro factor importante es la fertilización de los suelos, su riqueza en compost.
Tiene un cuerno en la cabeza y con sus patas delanteras bien metidas en el suelo, un pequeño escarabajo hace rodar, con sus patas traseras, una bola de estiércol tres veces mayor que él. Comúnmente conocido como ‘escarabajo pelotero’, este insecto se alimenta de excrementos, como las boñigas de las vacas, que enrolla en una bola para transportarlos y enterrarlos. No te dejes engañar por su pequeño tamaño: el escarabajo pelotero es el insecto más fuerte del mundo, puede levantar hasta 1141 veces su propio peso.
Si nuestra sociedad no parece interesarse mucho por el escarabajo coprófago, esto no siempre fue así: en el Antiguo Egipto, se plasmaba en innumerables frescos y grabados al ‘escarabajo sagrado’, también conocido como ‘escarabajo pelotero sagrado’. De hecho, su impresionante fuerza física es un reflejo de su impacto ecológico: este insecto desempeña un papel esencial en el ecosistema. Tanto es así que, en la década de 1960, el gobierno australiano importó alrededor de cuarenta especies de escarabajos para fertilizar sus suelos en una operación llamada “Proyecto Escarabajo Pelotero”.
Según el último informe realizado por la asociación SEPANSO acerca de los escarabajos en los pantanos de Lafite, esta área «se presenta hoy día como el sitio con la mayor variedad de escarabajos coprófagos de toda Gironda». La asociación contabilizó 31 especies de escarabajo pelotero entre 2012 y 2022, incluyendo especies nuevas y excepcionales en Gironda. «No me sorprende», dice Manuela Brando con una sonrisa, «pero me alegra».
A diferencia de la iniciativa llevada a cabo en Australia, los escarabajos peloteros no fueron trasladados por los humanos a las tierras del Château Lafite Rothschild. Eligieron este lugar deliberadamente debido a su querencia por las boñigas de las vacas. En los pantanos de Lafite, verdadero pulmón de la biodiversidad, unas treinta vacas de la raza Marina de las Landas deambulan en completa libertad. Esta variedad de ganado, en peligro de extinción, fue introducida por el Barón Eric de Rothschild.
Manuela, quien ha trabajado aquí durante diez años, siempre las ha visto moverse libremente por las marismas «Creo que el Barón Eric tenía una visión… “naturalista” de las cosas», continúa Manuela. «Quiso proteger una especie de vaca en peligro. Lo hizo por pasión, por vocación, le encantan estos pantanos ». De hecho, además de estar protegidas, las vacas Marinas contribuyen a la fertilización de los suelos con sus excrementos, que son un manjar para estos escarabajos.
«El escarabajo pelotero es el insecto auxiliar por excelencia», continúa la científica. Un insecto auxiliar, explica, ayuda al ser humano a cuidar de sus tierras. «Equilibran el ecosistema. Aportan microorganismos a los suelos, protegen ciertas especies al comer otros insectos dañinos, ahuyentan a otros…» El escarabajo pelotero, al fertilizar los suelos, «realiza una labor de digestión y nutrición para la tierra», concluye la experta.
«Este compost, estos microorganismos, son el estómago, la digestión, la nutrición. También es lo que permite que la vid se desarrolle después».
En nuestros pagos, no sólo los escarabajos alimentan las vides con estiércol: los humanos también se han puesto manos a la obra. Desde 2017, se han llevado a cabo ensayos en 15 hectáreas de tierra. Se rellenan cuernos de vaca con estiércol, y luego se entierran. «Esto producirá un pequeño abono que podremos esparcir en nuestras parcelas», explica Manuela. «La preparación actúa como un fermento de microorganismos, vamos a inocular nuestras parcelas con este fermento».
La ‘estiércol de cuerno’ es una práctica central en la agricultura biodinámica. Para la biodinámica, la explotación agrícola se considera como un organismo vivo, como un todo. Bajo este enfoque, la salud de los suelos y de los ecosistemas resulta primordial y el ser humano debe ser su garante.
Aunque promueve una cultura respetuosa con la naturaleza, la biodinámica es también una práctica controvertida. A menudo se le achaca una tendencia esotérica. Este es el motivo de que, amén de su trabajo al frente del equipo de Investigación y Desarrollo de los Domaines Barons de Rothschild Lafite, Manuela Brando esté llevando a cabo una tesis sobre «los efectos de las preparaciones biodinámicas en el funcionamiento de la vid y la composición de la uva». Con esta tesis, Manuela busca comprender «si existen fundamentos científicos para los efectos de la biodinámica».
«Es posible que sea una deformación profesional, pero en la biodinámica se habla mucho del cuerpo», continúa la investigadora. La sílice, mineral derivado del cuarzo triturado que se encuentra en la arena, la arcilla o incluso en el cuerno de vaca, se percibe como el cerebro de este ecosistema. La ortiga, que contiene nitrógeno, representa su corazón. Y el estiércol, por su parte, es el estómago, responsable de la digestión. Esta combinación de sílice, ortiga y estiércol, acabaría formando una comida completa para los microorganismos.
«Hoy día, se están llevando a cabo numerosos estudios sobre el microbioma de la vid», continúa Manuela. Se denomina «microbioma» al conjunto de microorganismos que viven en un organismo o en una sustancia. De hecho, a fecha de hoy, estudios científicos han demostrado que el 99% de los genes humanos que se expresan en nosotros no se encuentran en nuestro propio ADN, sino en el de nuestro microbioma. Para la vid, el funcionamiento podría ser muy similar.
«Nosotros, los seres humanos, somos un holobionte», prosigue Manuela Brando. Sin duda, pero ¿qué es exactamente un holobionte? Se trata de un organismo compuesto tanto por su propio material genético como por el de microorganismos. «Estos dos tejidos coexisten, funcionan en sinergia. No pueden vivir el uno sin el otro, y esto es lo que crea la noción de holobionte». Y, de hecho, aclara, «nos dimos cuenta de que la vid también es un holobionte, al igual que todas las demás plantas».
Por lo tanto, el estudio del microbioma de la vid «implica el estudio de todos sus microorganismos: a nivel de las raíces, las hojas o los racimos, que funcionan en sinergia con el cuerpo físico de la vid y le permiten vivir, interactuar y funcionar».
«Antes, no nos fijábamos en todos estos microorganismos», observa la directora del departamento de I+D del Château Lafite Rothschild. «Ahora nos damos cuenta de que hay cosas importantes que tenemos que entender». A su juicio, el estudio de lo microscópico, de los microorganismos, «es la ciencia del futuro».
Los estudios, la tesis, los calzoncillos enterrados… Manuela Brando lo ve todo como parte de un mismo conjunto. «Es lo que hacemos para evaluar la vitalidad de nuestros suelos, la presencia de insectos, la plantas que pueden ayudarnos a enriquecer la biodiversidad global de nuestros viñedos». Y cuando se le pregunta por qué Château Lafite Rothschild lleva a cabo estos proyectos, reflexiona por un momento y responde: «Si una bodega como la nuestra no llevase a cabo esta investigación, no sé quién podría… De algún modo, es nuestro deber».