En nuestras bodegas, ensamblamos variedades de uvas; en nuestro Periodico, ensamblamos ideas. Esta vez, se trata de un léxico bastante aéreo. Los vientos hacen la lluvia y el buen tiempo. Pero, ¿también hacen los vinos? Una visión general de aquellos que soplan sobre nuestros viñedos, desde la tramontana hasta el tifón.
Incluso cuando está bien ventilada, rara vez se dice de una cosecha que es ‘ventosa’. Sin embargo, un vino nace de una tierra marcada por los vientos que la barren, tanto como por la topografía local, la exposición al sol o la composición de los suelos. El viento, que a veces sopla del mar o de la tierra, influye en la viña y en la vida de todo el viñedo.
El viento varía según las estaciones, los climas y los hemisferios. Se traduce en flecha, de un punto cardinal a otro, atravesando una rosa de los vientos que recuerda – extrañamente – el logo de los Domaines Barons de Rothschild Lafite. El viento, o los vientos, ya que son múltiples, anuncian la tormenta, la calma o el anochecer. Adelantan la cosecha, surgen sin previo aviso y se van tan repentinamente como aparecieron. Su nombre también cambia, según las ciudades y generaciones.
¿Quién tendría entonces la pretensión de rastrear el soplo del viento? Vamos a intentarlo: ¡salgamos a tomar el aire alrededor del globo, de finca en finca, con la nariz al viento!
Autan, el Viento Marino
Se le debe el nombre «Altan», un vino de Aussières que encarna las variedades de uva emblemáticas de las Corbières, que son la Syrah, la Garnacha y el Carignan. Sus uvas están seleccionadas al pie de las laderas que separan el dominio del Mediterráneo. Y de allí surge el Autan. Como todos los vientos que soplan desde el mar, aporta frescura y humedad, y viene a templar las temperaturas a veces áridas. Si el Autan rehidrata las vides con una llovizna fina en primavera, también puede complicar el trabajo de los cosechadores a finales del verano. ¡Todo es cuestión de equilibrio! Cuando el Autan es favorable, contribuye al buen crecimiento de las vides. No se debe confundir el viento de Autan con el viento marino, más cargado de humedad.
Tramontana, la Incansable
Desde la dirección opuesta al Autan, el noroeste, sopla la Tramontana. En realidad, es ella la que reina en Aussières, ya que sopla un viento fresco durante todo el año, a veces violento, capaz de poner nervioso a uno. En proporción, para un 15% de viento marino, cuenten un 70% de Tramontana – y por lo tanto, un 15% de tranquilidad. Esta alternancia de los vientos es perfecta para equilibrar el calor y el frío, lo seco y lo húmedo, y es lo que hace posible la complejidad de los vinos. El viento seco concentra los aromas, cuando un viento húmedo enriquece las notas afrutadas.
Viento del oeste y viento del sur, los Acólitos
En la región vinícola de Sauternes, tierras de Rieussec, otra pareja de vientos aporta calidez y frío: la alternancia del viento del oeste oceánico y del viento del sur influye en la circulación del aire y la gestión de la humedad en los viñedos. En principio, un viento seco previene las enfermedades fúngicas, secando las hojas y los racimos. Pero, a veces la podredumbre es noble… El botrytis, indispensable para la obtención de vinos licorosos de calidad, crece mejor en un entorno que alterna humedad matinal y períodos soleados. Y justamente, son los vientos los que hacen posible este proceso de contaminación: una vez que el hongo atraviesa la película de la uva, la variación de las temperaturas genera la famosa podredumbre noble. Así que los vientos son esenciales para que la magia del microclima de Rieussec opere. Tan pronto como se alcanza el equilibrio adecuado entre azúcar y acidez, hay que ser reactivo para cosechar las uvas, antes que llegue la próxima ráfaga de viento.
Siroco, el Terrible
¿Qué hace un viento del desierto en los viñedos? Increíble pero cierto: desde 2022 este viento seco y cálido, que transporta arena y tiñe el cielo de un color ladrillo, se manifestó mucho en el Château L’Evangile, al sureste de la meseta de Pomerol. Provoca una onda de calor que seca los viñedos y crea daños considerables. Afortunadamente, un viento oceánico nunca tarda en contrarrestar sus efectos.
Tifón, el Impredecible
En Long Dai, en la península de Shandong, valle de Qiu Shan, los tifones vienen a visitar los viñedos entre fines de julio y principios de agosto. A veces cortos e intensos, otras veces durante varios días, aportan frescura y precipitaciones. Hasta la fecha, ningún modelo de predicción permite anticipar la cantidad de lluvia que caerá, y en qué momento o lugar. Hay que estar alerta durante este período, para proteger el viñedo y evitar que el agua acabe dañando las terrazas. Una vez pasado el tifón, un viento de verano más suave viene a secar las hojas, evitando así la transmisión de enfermedades.
Viento del sur oeste, el Pacífico
El mismo nombre de este viento anuncia su dirección: sopla desde el suroeste sobre la fincachilena de Viña Los Vascos. Proviene directamente del océano Pacífico, bajo la influencia del anticiclón de la Isla de Pascua. Su paso por las hojas de abedules y eucaliptos marca el final del día. Durante las fiestas patriotas de septiembre, en las playas de Matanzas y Pichilemu, se pueden admirar las cometas que bailan y se mezclan con las nubes que se estiran hasta el infinito. Intenso entre fines de marzo y mediados de septiembre, acompaña la vid desde la floración hasta la cosecha, protegiéndola de temperaturas demasiado altas, lo que la frescura de los vinos de Los Vascos viene a confirmar. El viento del sur oeste también preserva la acidez natural de los racimos y reduce el riesgo de enfermedades.
Zonda, el Fogoso
Al golpear las montañas, un viento de mar puede transformarse del todo… Es el caso del Zonda, un viento que viene del océano Pacífico y sopla sobre las tierras argentinas de Bodegas CARO. Cargado de humedad, golpea la Cordillera de los Andes – cuyo punto más alto, el Aconcagua, supera los 6.900 metros de altitud. Allí se vacía de toda su lluvia, transformándose en un viento particularmente seco, cálido y poderoso que desciende hacia la llanura. Se habla entonces del efecto de Foehn, como dicen los expertos. La leyenda cuenta que el Zonda fue provocado por la Pachamama, madre naturaleza, para castigar a un joven indio pretencioso por haber querido tutear a los dioses.
Este viento tiene la particularidad de levantarse repentinamente y de ser cambiante. Si el Zonda sopla antes de la brotación, no causa daños significativos. Pero, un Zonda más tardío es temible: acelera el proceso de evapotranspiración que deshidrata las hojas de las vides y causa microperforaciones que impiden la fotosíntesis. Para limitar estos efectos, es necesario minimizar la exposición directa al viento. Por lo tanto, la estrategia de orientación de las vides es crucial.
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