Batman y las noches salvajes
Nuestras viñas al anochecer, en Domaine d´ Aussières, Château Paradis Casseuil y Viña Los Vascos.
Nuestras viñas al anochecer, en Domaine d´ Aussières, Château Paradis Casseuil y Viña Los Vascos.
Son las 5 de la mañana, la noche se extiende sobre nuestras fincas.
En el Domaine d’Aussières, en los Corbières, un jabalí sediento devora racimos de Mourvèdre.
En Château Paradis Casseuil, una cabra da a luz entre dos hileras de viñas, a orillas de la Garonne.
En Viña Los Vascos, en el valle chileno del Colchagua, una lagartija lemniscata aprovecha una luna velada para salir de su refugio y estirarse sobre una piedra.
Estas escenas, observadas en raras ocasiones por nuestros viticultores, cuando les toca estar en el viñedo antes del amanecer, son el testimonio de la riqueza de nuestros ecosistemas. Nuestra fauna nocturna presenta su lote de amenazas pero también de oportunidades para nuestras viñas y nuestros vinos.
Jean-Charles Forge, viticultor en el dominio de Aussières, recuerda una noche particular de julio de 2021, que pasó con “Batman”, un apodo cariñoso que su equipo le dio a este especialista en murciélagos que vino a identificar las colonias que habían establecido su hogar en la propiedad.
Como dos gendarmes vigilando el exceso de velocidad al borde de una carretera departamental una noche de verano, Jean-Charles y Batman, armados con un dispositivo de ultrasonido, observaron toda la noche las idas y vueltas de los murciélagos.
Un ballet incesante: Mientras algunos de ellos cazaban con sus manos (nunca los llames ‘alas’ cuando estés cerca de Batman), otros se quedaban atrás para amamantar a sus crías.
Esta noche de observación permitió a Jean-Charles y a todo el equipo de Aussières adquirir un conocimiento valioso. Instalaron una veintena de cajas nido en lugares estratégicos para permitir que los murciélagos se reposen durante sus noches de caza.
¿Por qué tanto cuidado? Porque desde que se publicó en 2013 un estudio conjunto del INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica) y del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica), sabemos que los murciélagos se alimentan de las plagas de la vid. Se encontraron en su guano trazas de ADN de lobesia botrana, una oruga que se alimenta de la pulpa de las uvas. El jugo liberado por las perforaciones del insecto, atrapado en los racimos, crea una podredumbre, pesadilla de odos los viticultores.
Un poco más tarde en la temporada, hacia finales de julio, lobesia botrana es acompañada por su prima, cryptoblabes gnidiella, aún más voraz. Puede completamente destruir un racimo, atacando también su pedúnculo.
Frente a estas plagas, nuestros murciélagos, por numerosos y útiles que sean, no son suficientes. También se les combate aplicando un insecticida biológico, una bacteria: bacillus thuringiensis.
El bacillus thuringiensis no solo es el favorito de las orugas y, por lo tanto, el más letal, sino que también tiene la ventaja de no matar a otros insectos amigos de las vides. El procedimiento ya está bien establecido. El 22 y 23 de agosto de 2024, todo el equipo de vid del Domaine d´ Aussières empezó a las 2 de la mañana, pulverizando una solución de bacillus thuringiensis. Los murciélagos les agradecen, nuestras uvas también.
En la región de Entre-deux-Mers, en Château Paradis Casseuil, observamos con atención los murmullos de los estorninos. Tienen un gusto muy particular. Cuando las uvas ya están maduras, los estorninos llegan en grandes hordas. Esto significa que la cosecha debe comenzar de inmediato, para que las uvas no terminen siendo recogidas por nuestros amigos emplumados.
Por la noche, los búhos y las lechuzas reinan en maestros, posados en los pinos y robles que bordean las laderas. Las hileras de vid, ampliamente espaciadas, permiten la circulación de los animales más grandes. No es raro que nuestros viticultores se crucen temprano en la mañana con una familia de jabalíes. También hay numerosas madrigueras: tejones, topos, ratones de campo… La presencia de estos cazadores nocturnos es el testimonio de un suelo vivo, rico en insectos y vegetación.
Diseminadas en la propiedad, hay pequeñas construcciones de mampostería: chozas campesinas construidas con piedras sin labrar. Nos dice nuestro viticultor Louis Wicke que sus intersticios ofrecen un refugio natural a los murciélagos. Prosperan con felicidad en los sitios de Maison Neuve y Jautan, donde los viticultores, como en Aussières, aprecian su actividad nocturna beneficiosa para frenar la proliferación de orugas.
A once mil kilómetros de Paradis Casseuil, otro rincón de paraíso: la finca de Viña Los Vascos, en el valle chileno de Colchagua. Aquí, la yaca, un pequeño marsupial con grandes ojos negros que absorben los rayos de luz lunar, caza insectos al anochecer. Debe mantenerse alerta mientras el depredador solitario, el zorro culpeo, acecha cerca.
A pesar de la actividad humana, este valle vitivinícola conserva una biodiversidad notable. En un estudio realizado en febrero de 2022, en menos de 7 hectáreas, se registraron nada menos que 23 especies animales. Entre ellas, veinte especies de aves nocturnas.
En el aire sobre nuestros viñedos, el gavilán de Chile planea, listo para lanzarse sobre su presa. Pero, en su piedra, nuestra lagartija lemniscata es rápida. ¿Logrará escapar del rapaz? La tensión de esta escena nos recuerda el frágil equilibrio de nuestros ecosistemas. Al menos, el gavilán no mata más allá de su hambre.
Al igual que él, no explotamos nuestras tierras más allá de lo que pueden ofrecernos. En todas las latitudes, para el bien de nuestros vinos y de su entorno, tenemos que cultivar ese equilibrio.