Ensamblaje: Y se hizo la luz
Assemblage
Un viaje léxico entre viñas y luces.
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Un viaje léxico entre viñas y luces.
Notas y anécdotas sobre el papel de la luz en la elaboración de nuestros vinos: en esta sección de Ensamblaje, ponemos el foco sobre las reacciones químicas en los viñedos y las estrategias luminosas de nuestros viticultores.
La vida depende de la luz, la de las viñas también, y bajo cada cielo, ella impone sus reglas. Para los Domaines Barons de Rothschild Lafite, la luz es un factor decisivo: influye en el ritmo de la fotosíntesis, el desarrollo de la vid y la composición de las uvas, e incluso en las estrategias para proteger nuestras viñas.
En cada propiedad vitivinícola, se observa, se experimenta y se repite, hasta aprovechar la luz de la mejor manera posible. En El Periódico, les proponemos un ensamblaje de buenos procedimientos.
La fotosíntesis es el proceso vital que permite a la vid desarrollarse. Al capturar la radiación solar, las hojas transforman el agua y el dióxido de carbono en azúcares. Así, proporcionan el alimento de vida/viña necesario para el crecimiento de los racimos. Cada propiedad vitivinícola tiene que gestionar la luz con precisión. En Long Dai, por ejemplo, la topografía variada crea condiciones de luz contrastantes. Algunas parcelas reciben más sol que otras, influyendo así en la velocidad de maduración de las uvas.
La fotosíntesis llega a determinar el carácter del vino. Influye en el justo equilibrio entre el contenido de azúcar, el desarrollo de los ácidos y la presencia de compuestos aromáticos que dan su tipicidad a los vinos.
El sol también puede ser sinónimo de peligro para las vides. El escaldado corresponde a las quemaduras solares que sufren las uvas, lo que puede reducir a cero toda una cosecha. Estas quemaduras, causadas por una exposición excesiva, se han convertido en un desafío recurrente en un clima cada vez más inestable.
Desde 2020, se están probando soluciones en las parcelas de nuestros viñedos en Pauillac: podemos mencionar las redes de sombra que bloquean una parte de la radiación solar, o también el uso de caolín, una arcilla que protege las bayas como una barrera contra las quemaduras solares. La idea es encontrar el equilibrio perfecto: suficiente luz para la maduración, pero no al punto de destruir la cosecha.
A veces hay que anticipar: y para eso, quitar algunas hojas de las parras. Pero no demasiado, solo lo necesario. Es el arte del deshoje, un gesto ancestral que revela parte de la planta para permitir que la luz nutra los racimos sin agredirlos.
En los viñedos de Pauillac, se quitan las hojas del lado del sol naciente, donde la luz es suave y beneficiosa. Se dejan las hojas del lado del sol poniente, donde la luz se vuelve brutal e incisiva. Los equipos siempre buscan el justo equilibrio en la superficie foliar, manteniendo las hojas más protectoras para ajustar la cantidad de luz recibida.
En Château L’Évangile, a fines de agosto de 2022, el director técnico Olivier Tregoat tuvo la idea, después de degustar bayas casi maduras, de cosechar las vides según su exposición al sol. Todo esto con el objetivo de preservar los aromas de las bayas. La diferencia entre las uvas cosechadas al amanecer y las recogidas al atardecer era palpable; los efectos sutiles de la luz se podían saborear en el fruto.
Aunque este ejemplo no se trata estrictamente de deshoje, resalta la importancia del equilibrio y la intuición. Algo similar a la poesía, la vinificación es un arte de armonizar luz y sombra.
La gestión de la canopia es crucial para controlar la luz que llega a los racimos. La canopia, un techo de follaje sobre los racimos, debe ajustarse según las necesidades de la vid. Si es demasiado densa, impide la luz y favorece la humedad; si es demasiado ligera, expone los racimos a una luminosidad excesiva.
En el Château L’Évangile, por ejemplo, la altura de la canopia se ha modificado en los últimos años para encontrar un equilibrio entre la producción de azúcares y la madurez fenólica. Al reducir la superficie de follaje, los equipos buscan producir vinos más finos, mientras mantienen una protección suficiente para los racimos. Cada ajuste se piensa en función de la añada, ya que cada año trae su propio conjunto de desafíos.
¿Y si la luz pudiera hacer más que alimentar la vid? En Viña Los Vascos, en Chile, el sol se ha convertido en una fuente de energía por derecho propio. Los paneles fotovoltaicos captan esta luz tan abundante y la transforman en electricidad que sirve para alimentar la propiedad. Raquel Calatayud, Directora de Desarrollo Sostenible, Calidad e I+D de Viña Los Vascos, explica: «Es un círculo virtuoso: lo que nutre a la vid también nos ayuda a regar y a alimentar nuestras máquinas. El viñedo devuelve a la red la energía que no utiliza»
Si bien en Chile los campos de paneles solares son comunes, los viñedos europeos aún no han adoptado plenamente este enfoque
La luz está en todas partes, iluminando nuestros días mientras exige respeto por su intensidad. Los viticultores también deben adaptarse, ajustarse e innovar con esta luz. Podan, cubren y aprovechan la luz trabajando en armonía con ella. Pero al final del día, el sol es el maestro de ceremonias, y el vino una expresión de esta lucha eterna entre la luz y la sombra, la naturaleza y el cuidado humano.