Proyecto PHARE: conservar el pasado para iluminar el futuro
¿Cómo preservar el patrimonio genético de las parcelas históricas y adaptarse al cambio climático?
¿Cómo preservar el patrimonio genético de las parcelas históricas y adaptarse al cambio climático?
En 2018, el equipo de Viña y I+D de los Domaines Barons de Rothschild Lafite imaginó un proyecto de selección masal de gran envergadura. Lleva el nombre de PHARE (‘faro’ en español, más que evocador para nuestra edición): Parcelle de l’Histoire génétique et de l’Adaptation au Réchauffement climatique (Parcela de la Historia genética y de la Adaptación al Calentamiento Global).
Nos hemos reunido con los responsables del proyecto, Jérémy Moulin y Louis Caillard, Responsable de Investigación y Desarrollo y Director técnico de viticultura en los dominios de Pauillac.
Nos explican cómo preparan el futuro de los dominios, a partir del material genético del pasado.
¡Hola Louis, hola Jérémy! Para empezar, ¿nos pueden explicar cómo nació el proyecto PHARE?
LC: La idea de selección masal surgió durante una conversación sobre lo que llamamos en nuestra jerga el ‘material vegetal’, que es, en resumen, el primer eslabón de nuestra cadena. En 2018, celebramos los 150 años del Château Lafite Rothschild y, con motivo de una cata, tuvimos la suerte de probar un Lafite de 1868. En ese momento, todos pensamos que era demasiado excelente para desaparecer y que teníamos que conservar esos vinos y, por lo tanto, las variedades de uva de origen. Invertir en lo histórico forma parte del ADN de la casa. Hoy, en 2024, cuando trabajamos la tierra, cosechamos el fruto de personas que han trabajado hace 50 años. Sabemos, por lo tanto, que nuestros viñedos se renuevan regularmente y que nuestras parcelas más antiguas – digamos, antes de 1970 – se están volviendo cada vez más raras.
JM: Para plantar nuestras parcelas de viñedo, tuvimos que elegir nuestro famoso material vegetal, y aquí existen dos opciones: los clones seleccionados por los profesionales – la selección clonal – o las diferentes genéticas ya existentes en nuestro viñedo, antes de la llegada de los clones – la selección masal. Aunque sea un trabajo más demandante, se decidió rápidamente que la selección masal era la solución más interesante para nosotros, para conservar y multiplicar la genética antigua de nuestras cepas y aportar una diversidad intraparcelaria a nuestro viñedo. Recibimos el acuerdo de Saskia de Rothschild, quien había asumido el liderazgo del grupo en 2017.
La iniciativa PHARE no solo busca proteger el legado genético de nuestros viñedos, sino que también nos permite identificar las variedades de uvas más capaces de soportar el calor elevado y la escasez de agua. Algunas variedades extranjeras provenientes de regiones más cálidas son más adecuadas, y esperamos minimizar nuestras intervenciones en los próximos 10, 15 o 20 años. La selección de variedades más adaptables no se realizó de manera azarosa. Decidimos recurrir a la experiencia del ISVV (Institut des Sciences de la Vigne et du Vin — Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino), que cuenta con una parcela llena de variedades extranjeras y realiza extensas actividades de clasificación. Los consultamos para saber qué tipos de uvas consideraban que daban buenos resultados.
¿Cuáles fueron los primeros pasos realizados por el departamento de I+D?
JM: Primero, hay que decir que el proyecto PHARE es un proyecto a largo plazo. Estamos acostumbrados en el sector a hacer proyecciones a varios años, pero esta vez hablamos de una aventura de unos quince años en total, que nos llevará hasta aproximadamente 2030-2035.
LC: La primera etapa, que considero la más decisiva, fue seleccionar las vides que queríamos conservar. La selección se realizó en el viñedo de Lafite (el más antiguo del grupo) y en algunas parcelas del Château Duhart-Milon. Concretamente, nuestro trabajo consistió en recorrer las vides y examinar cada pie, uno por uno, en 44 hectáreas, para identificar aquellos que cumplían con estándares estrictos. La planta no podía ser demasiado débil, pero tampoco demasiado vigorosa, tenía que tener una cantidad de racimos correctos y equilibrados en los dos brazos de la cepa, y, por supuesto, sin ningún virus visible. Esto se hizo de manera colegiada con la ayuda de Vincent Dupuch, nuestro asesor experto en selección masal. Imagínense nuestro equipo de I+D interno, 3 o 4 practicantes y Vincent, examinando cada cepa en todos sus aspectos. En total, evaluamos 359,423 plantas, en 43.42 hectáreas. Nos demoramos 4 años, desde 2018 hasta 2021, para quedarnos al final con una ínfima parte.
JM: La siguiente etapa fue muestrear los sarmientos de las plantas seleccionadas, para analizarlos y asegurarnos de que fueran lo más sanos posible. Es como hacerse un análisis de sangre: verificamos que todos nuestros niveles estén bien, que el paciente esté sano. Eso nos permitió eliminar todas las plantas que tenían enfermedades no visibles y restringir aún más la selección. Al final, llegamos a 78 pies de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot, es decir, el 0.03% de todas las plantas observadas. Posteriormente, enviamos las muestras seleccionadas, junto con otras variedades adaptadas, a un vivero para su propagación
¿Y fue después de eso que empezaron las plantaciones de las nuevas parcelas?
LC: ¡Sí! Fue un gran paso que dimos en mayo de 2024. Plantamos la parcela de comportamiento, que nos permitirá comparar todas las muestras genéticas seleccionadas. Tuvimos una inmensa satisfacción al plantar las vides que habíamos seleccionado meticulosamente a lo largo de un período prolongado. Las distintas cepas fueron todas plantadas en la misma parcela, en el viñedo de Lafite, con el objetivo de ofrecer el mejor entorno a nuestros nuevos integrantes.
JM: Ahora, ¡hay que ser paciente! Ya que las vides necesitan aproximadamente 3 años para comenzar a producir racimos, las primeras cosechas se llevarán a cabo en 2027. En total, se necesitan alrededor de 8 años para sacar conclusiones objetivas sobre el potencial de los racimos, por lo cuál tendremos resultados reales a principios de la década de 2030. Ahí elegiremos la genética que deseamos utilizar y mezclar en las nuevas plantaciones.
Así que, ¡el proyecto está lejos de terminar! Pero, imaginamos que ya han sacado algunas lecciones, ¿cierto?
LC: Lo que me gusta de este proyecto es que nos da objetivos tanto a corto plazo – la selección rigurosa de las vides – como a largo plazo – la adaptación de las variedades para sobrevivir al cambio climático. Todos los equipos de DBR Lafite han sido sensibilizados. Muchas personas han contribuido hasta ahora y seguirán haciéndolo. PHARE nos recuerda que tenemos un patrimonio valioso entre nuestras manos y bajo nuestros pies, y que tenemos que cuidar nuestras parcelas históricas.
JM: Estoy convencido de que trabajar en una selección masal, como lo estamos haciendo ahora, es una oportunidad. Es un proyecto enorme que requiere mucha observación en el terreno. No somos los primeros ni los únicos en hacerlo, pero tenemos el mérito de haber iniciado el proceso. Estoy seguro de que la cantidad y la variedad de plantas que estamos cultivando garantizará el éxito. Si nos limitamos a unas pocas cepas, no podremos adaptarnos a los cambios continuos. Esta investigación nos ha brindado la oportunidad de realizar una evaluación exhaustiva de una base de datos que incluye más de 350,000 plantas, y de analizar su efectividad histórica para preparar el futuro.
¿Y por qué el acrónimo PHARE?
JM: Más allá de su significado, nos gustó la alusión a la imagen del faro (“Phare”, en francés).
LC: Sí, es fácil de visualizar y recordar. Además, un faro también es la metáfora de una construcción duradera que tiene bases sólidas, que ilumina el camino hacia dónde debemos ir.